Quizás lo peor que le pudo haber pasado a este equipo fue ganar muy bien los dos primeros partidos. No sólo puso la vara alta, sino que esa tranquilidad por el grato momento trajo consecuencias. No por algo las palabras "buen trabajo" son de las más perjudiciales en el idioma castellano. Almirante se quedó en el "buen trabajo" que se escuchaba en las primeras fechas y, luego, el baldazo de agua fría fue demasiado. Lo cierto es que el aurinegro no pudo quebrar la racha de tres partidos sin ganar.
"Si no estamos mi hermano o yo, el equipo no tiene reacción", había declarado Román Díaz en clara referencia a la dependencia al juego de los hermanos. Esta tarde, con la rápida lesión de Rodrigo y la expulsión del "Loco", el equipo no tuvo reacción. Román juega como hincha, con todo lo positivo y lo negativo de eso. Hoy se fue expulsado y eso también preocupa: en los últimos tres partidos, Almirante no terminó con los once jugadores en cancha.
El despertar tiene que ser pronto ya que no se pueden dejar más puntos en el camino. Es vital ganar ante Almagro y hay casi una semana de descanso para prepararse.
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